The American Virus - Colombian Revolts, Police and Civil Disobedience. (EN/ES)
Written by Abril Trankels

The after effects of Colombian society has earned the coverage of all media outlets, and has awakened debate about a more contagious phenomenon than the Covid-19 epidemic.
As it has already been treated by the press, the recent tax reform was the last drop of the vessel to rebel collective discontent. It seems totally ridiculous to attribute such mobilization to this measure, and it is. Both government and society today are dragging a series of residual consequences from its historical past and ideological tendencies of recent years.
See: In 2018 an agreement was signed in Cuba where it was recognized 10 parliamentary banks to the FARC (Extreme Left Terrorist Military Organization, present in Colombia since the last century) despite the fact that the Party will not democratically reaches suffrage for such a seat; the 35% national poverty cup prior to the pandemic; the loss of representativeness of President Uribe (by his own electorate of him); A corruption index of almost 40 points and the authoritarian opportunities window that the pandemic supposed, bringing corruption in all its shapes and sizes, for example fraudulent tenders and direct procurement to financial capital of the justified official political campaign under the "situation of emergency".
It could prolong the list of causes that lead to the boil of the Colombian claim, especially since we do not see the presence of a unified collective under the same demand. While there is a socialist and leftist umbrella that covers most of the claims, there is no unifying project of these masses. Such a statement was recognized (through a "filtered" audio) of the Petro, leftist opponent whose postulation is anxiously expected by several of the Protestant groups.
This can lead to an interesting reflection on the becoming of the Bogotá Conjuncture, and the precedent that North America has left a trace. During 2020, Washington earned a global care for so-called peaceful protests led by groups organized as Black Lives Matter and Antifa, whose mobilizations cost 2 trillion dollars in damage to both industries, and small local workers in the 140 cities intervened .
The Colombian phenomenon latent a day of the date, and the American (which although it no longer has the mediatization of 2020, is still valid at a smaller scale), lead to questioning the real control of these forces that could conceptually be qualified of urban terrorism . While many media considered that Biden's ASSENSE would be an appeaser of the revolts, Black Lives Matter has postulated, a plan on a larger scale, ensuring the prolonged use of its street force as a pressure group and its insertion to the institutional scene to control the Politics "from inside", according to his co-founder Culllors. This reality sows uncertainty, caused by the inability of the political leaders of actually serving these masses.
As previously mentioned, the leader of the Colombian left, acknowledged that these protests should have ceased. However, the course of these movements clearly is no longer under its reach. Which is also attributed to the programmatic structure of these movements formed by a sum of causes and political objectives, whose end is unattainable. That is, a movement like Black Lives Matter, which in its own manifesto affirms its fight against: White supremacy, machismo, the western family model, the illegalization of marijuana, imperialism, among several more, it is difficult to reach such purposes Both for its plurality, and by its level of abstraction.
Within this spread, we can point out several more cases within the American continent, as Peru, Chile or Ecuador was. The objective here is not to delegitimize each of the causes that mobilize these citizens, understanding that within the wide content gap, several must be more than valid. However, it has been demonstrated that the means employed for their manifestation are not political or socially sustainable, and many times escape from the legal margin. It will be seen to be seen if some political force in America is strong enough to control these forces; And in turn go rule in such a way that the levels of social disregard do not lead to segments of the population to justify masked criminal actions of civil protest.
SOURCES:
https://transparenciacolombia.org.co/2020/01/22/regorta-ti-2019/
https://cnnespanol.cnn.com/2018/03/
EL VIRUS AMERICANO – REVUELTAS COLOMBIANAS, POLICIA Y DESOBEDIENCIA CIVIL.

La efervescencia de la sociedad colombiana se ha ganado la portada de todos los medios de comunicación, y despierta un debate acerca de un posible fenómeno más contagioso que el Covid-19.
Como ya ha sido tratado por la prensa, la reciente reforma tributaria fue la última gota del vaso para rebalsar el descontento colectivo. Parece totalmente reduccionista atribuir tal movilización a esta medida, y lo es. Tanto gobierno como sociedad hoy arrastran una serie de consecuencias residuales de su pasado histórico y las tendencias ideológicas de los últimos años.
Véase: en 2018 se firmó un acuerdo en Cuba donde se le reconocieron 10 bancas parlamentarias a la FARC (organización militar terrorista de extrema izquierda, presente en Colombia desde el siglo pasado) a pesar de que el partido no alcanzara democráticamente sufragio para tal escaño; la taza de pobreza nacional del 35% previo a la pandemia; la pérdida de representatividad del presidente Uribe (por parte de su propio electorado); un índice de corrupción de casi 40 puntos y la ventana de oportunidades autoritarias que la pandemia supuso, trayendo corrupción en todas sus formas y tamaños, por ejemplo las licitaciones fraudulentas y contrataciones directas a capitales financieros de la campaña política oficialista justificadas bajo la “situación de emergencia”.
Se podría prolongar el listado de causas que llevan a la ebullición del reclamo Colombiano, sobre todo porque no vemos la presencia de un colectivo unificado bajo una misma demanda. Si bien existe un paraguas socialista e izquierdista que cubre la mayoría de los reclamos, no hay un proyecto unificador de estas masas. Tal afirmación fue reconocida (mediante un audio “filtrado”) del propio Petro, opositor izquierdista cuya postulación es ansiosamente esperada por varios de los grupos protestantes.
Esto puede derivar en una interesante reflexión sobre el devenir de la coyuntura de Bogotá, y el precedente que Norteamérica ha dejado como rastro. Durante 2020, Washington se ganó la atención a escala mundial por las llamadas protestas pacíficas lideradas por grupos organizados como Black Lives Matter y Antifa, cuyas movilizaciones costaron 2 billones de dólares en daños tanto a grandes industrias, y a pequeños trabajadores locales en las 140 ciudades intervenidas.
El fenómeno colombiano latente al día de la fecha, y el estadounidense (que si bien ya no posee la mediatización del 2020, sigue vigente a menor escala), llevan a la cuestionar el control real de estas fuerzas que conceptualmente podrían ser calificadas de terrorismo urbano.
Mientras que muchos medios consideraron que el asenso de Biden sería un apaciguador de las revueltas, Black Lives Matter ha postulado, un plan a mayor escala, asegurando el uso prolongado de su fuerza callejera como grupo de presión y su inserción al escenario institucional para controlar la política “desde adentro”, según su cofundadora Cullors. Esta realidad siembra la incertidumbre, causada por la incapacidad de los dirigentes políticos de realmente atender a estas masas.
Como fue previamente mencionado, el líder de la izquierda colombiana, reconoció que estas protestas ya deberían haber cesado. Sin embargo el rumbo de estos movimientos claramente ya no está bajo su alcance. Lo cual también se le atribuye a la estructura programática propia de estos movimientos conformados por una sumatoria de causas y objetivos políticos, cuyo fin es inalcanzable. Es decir, un movimiento como Black Lives Matter, que en su propio manifiesto afirma su lucha contra: la supremacía blanca, el machismo, el modelo de familia occidental, la ilegalización de la marihuana, el imperialismo, entre varios más, difícilmente alcance tales fines tanto por su pluralidad, como por su nivel de abstracción.
Dentro de esta propagación, podemos señalar varios casos más dentro del continente americano, como lo fue Perú, Chile o Ecuador. EL objetivo aquí no es deslegitimar cada una de las causas que movilizan a estos ciudadanos, entendiendo que dentro de la amplia brecha de contenido, varios han de ser más que válidos. Sin embargo, ha quedado demostrado que los medios empleados para su manifestación no son política ni socialmente sostenibles, y muchas veces escapan del margen legal. Quedará por verse si se construye partidariamente alguna fuerza política en América lo suficientemente fuerte como para controlar estas fuerzas; y a su vez gobernar de forma tal que los niveles de desencanto social no lleven a segmentos de la población a justificar acciones criminales enmascaradas de protesta civil.
FUENTES CONSULTADAS
https://transparenciacolombia.org.co/2020/01/22/reporte-ti-2019/
https://cnnespanol.cnn.com/2018/03/13/que-logro-la-farc-en-las-elecciones-legislativas-de-colombia/
https://www.axios.com/riots-cost-property-damage-276c9bcc-a455-4067-b06a-66f9db4cea9c.html
https://www.politico.com/news/2020/10/09/black-lives-matter-pac-428403
https://www.the-sun.com/news/1511555/black-lives-matter-deleting-end-nuclear-family/