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EL NUEVO OPIO DE LA SOCIEDAD


“Justificá tus limitaciones y con ellas te quedarás”- Richard Bach

Claramente la sociedad se manifiesta de dos formas muy distintas ante el paradigma que nos compete. Por un lado, se encuentra el sector que probablemente no tenga el tiempo ni la fuerza para manifestarse, aquella porción humana que probablemente no llegue al famoso “fin de mes”.

Y, por otro lado, se halla aquella sección que tiene la ardua incertidumbre de qué serie nueva empezar en Netflix. Aquellos que encuentran desesperación ante la incógnita de cómo sobrevivir sin empleada doméstica…

Son varias los aspectos básicos que quedaron expuestos frente al encierro global. Millones de padres no saben cómo educar a sus hijos, familias que se enfrentan al fenómeno de la convivencia y jóvenes hundidos en la perdida de sentido.

La batalla que muchos contarán a sus nietos, será un breve relato de cuantas veces pudieron reírse del mismo “meme” en un día. Claro es que esta no sería la elección de muchos si no fuera por el encierro. Pero si no es ahora, ¿en qué momento histórico el hombre tuvo más herramientas para potenciar sus capacidades?

En redundancia al mismo planteo, se hace imposible evitar el rol de la educación. ¿Será esta una instancia para replantearse a quienes se les ha adjudicado la responsabilidad de crear el sentimiento de propósito, ambición y responsabilidad? Esta idea se ha alejado cada vez más del corazón de las casas y hoy “pasa factura”.

Llámeselo tradición o etiquéteselo de antiguo, pero una sociedad que se guía más por sus sentimientos que por los del otro, que encuentra la excusa antes que su propio ombligo, y se ofende por realidades, tiene mucho que madurar. Este fenómeno no sorprende si recordamos que en este mundo ya nada puede ser definido por lo que es. En esta sociedad líquida, como Bauman la calificaría, la respuesta más fácil es la que uno elija, porque no existe una correcta.

No es válido el juicio porque la sensibilidad todo lo ha justificado. No hay culpables porque todos de algo, son víctimas. Y aunque parezca un punto alejado al inicial, le corresponde. Una juventud que no espera nada de sí misma, nada dará. El problema mayor no es que pasa durante la cuarentena, si no que nos espera cuando nos acordemos que, si todo vale lo mismo, ya nada lo vale.

Escripto Por Abril Trankels


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