COVID19- LA SOPA MÁS CARA DE LA HISTORIA, ¿quién la paga?

Muchos lo evitan y otros apuntan el dedo a aquellos que lo cuestionan, pero ¿qué pasa con las economías en “stand by” durante la crisis de la pandemia? ¿Dónde debería trazarse el límite de qué sí y qué no estamos dispuestos a hacer para protegernos del virus?...
La situación económica es un tópico delicado, que suele despertar la defensiva de muchos. Pero toca los bolsillos de millones. No podemos negar que las crisis económicas derrumban y marcan a países enteros durante años. Esta verdad no quita gravedad al COVID-19, solo plantea el lado B que al final, involucra todos. Tomemos el ejemplo del crack de la bolsa y los miles de suicidios que trajo.
La erradicación total de virus no se logrará probablemente en años. Así como el ébola todavía sigue existiendo. Es cuestión de identificar las maneras menos riesgosas, de prevenir el contagio a gran escala. Puede ser difícil o sonar insensible plantear que existe un riesgo que si vale la pena tomar. Y es algo que nadie debería negar. Porque de lo contrario todos tendríamos que practicar la cuarentena de por vida. Existirá un riesgo en toda decisión que tomemos. Esta afirmación no significa que, medidas descuidadas, son justificadas; si no que debemos establecer un marco de acción; pero pocos se animan a definirlo.
Es un debate que urge su discusión. Muchísimas fueron las críticas al presidente Trump al decir que “la cura no puede ser peor que el problema”. Si somos capaces de ser razonables, la frase cumple con toda lógica. Y esta no es una pregunta, que esconde una única respuesta. Pero si hay algo que sabemos con seguridad es que una sociedad sin trabajo carece de su esencia, no solo en lo económico, si no en lo humano.
La traba está en generar una grieta entre ambos aspectos del problema. Las etiquetas ideológicas o influencias políticas no deberían intervenir en este asunto; y bajo ninguna circunstancia deberíamos aislar del conflicto un factor de semejante impacto.
Escrito por: Abril Trankels